ENCUENTRO EN EL MALECON
Mi gran amigo el hispano-cubano, FELIPE ALARCÓN
ECHENIQUE, no reniega de esa historia de la pintura como una
sucesión de estilos, ni considera que haya un estilo que sea el
punto culminante final del arte. Él simplemente entiende que con el
suyo propio hace que sea una manera muy válida de entender el mundo
(del que ya he comentado casi todo excepto lo más importante: el
futuro). Y de este
modo, a través de la altura de las alas que le nacieron en la
isla, va conformando microcosmos que, si según Swedenborg, en la
tierra se unen el cielo y el infierno, en ellos el cielo busca
una experiencia del paso del tiempo, con su vida y su plástica a
cuestas, y el infierno una dinámica de salidas y entradas
de personajes al encuentro de que los otros sean ellos mismos -el
infierno son los otros, decía Jean Paul Sartre- en nuevas
burbujas que presienten la explosión de su destino. Seres
sagrados o profanos, de perfil, de frente o de espaldas, grandes
para ser más audaces, exigentes y angustiantes, o pequeños
andando entre pensamientos inconclusos, resignados, a punto de
soltar el grito de la derrota o del rezo. Pero es
importante subrayar sus virtuosismos técnicos, su proceso de
construcción de retablos cuadrados o circulares -así pueden
denominarse- concentrados, consistentes en el despliegue de
impulsos -fuerzas- inconscientes (Herder) basado en una gran
sensibilidad estética, en el significado de distinción entre
cosas y sucesos, inmovilidad y movilidad, tiempo y atemporalidad,
ser y devenir. Cada pieza de la serie de microcosmos hay que
captarla como un todo, tiene que estar simultáneamente en
nuestra visión y pensamiento si queremos comprender su
desarrollo, coherencia y la interrelación que hay entre sus
partes. Felipe
me lo ha explicado muchas veces y yo aprovecho para repetirlo en
palabras de Mozart: hay en primer lugar la captación de una
idea, que cada vez va creciendo más, y yo la voy extendiendo
cada vez con mayor amplitud y claridad, y casi la completo
mentalmente (y en el lienzo), aunque sea largo, de modo que
después lo abarco de una ojeada.Al final, la evolución de estos relatos hasta su
totalidad incluyen rastros y huellas de la memoria, que se
influyen entre sí y hasta se ven modificados por otros que van
llegando. Quizás no esté mal el decir el que es una
representación calidóscopica, aunque haya un avance constante
y ningún orden en una sucesión temporal que mana del caos.Así, la
serie trata también de cómo el hombre descubre hechos y quimeras
de su existencia, es decir, una secuencia que no presenta sólo un
conjunto de sucesos, sino a través de su imaginación e ideario
artístico, un estado del ser, la exploración de diversas
relaciones y la concatenación de situaciones cruciales.
Schopenhauer ha analizado el pesimismo que caracteriza al pensamiento moderno, pero fue Hamlet quien lo inventó. El mundo se ha entristecido porque un títere fue melancólico.
(Oscar Wilde)
Schopenhauer ha analizado el pesimismo que caracteriza al pensamiento moderno, pero fue Hamlet quien lo inventó. El mundo se ha entristecido porque un títere fue melancólico.
(Oscar Wilde)
GOYO VIGIL ESCALERA
MIEMBRO DE LA AECA/AMCA
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